Luchamos contra toda voluntad de ser desconocidos: Existimos.



La Asociación Civil La Búsqueda, conocida por uno de sus emprendimientos de Economía Social: la revista “La Búsqueda” de tirada mensual, que involucra a jóvenes de sectores vulnerables, deja de funcionar en calle San José 1575
La Búsqueda nació de la necesidad de un grupo de jóvenes -que vivían en condiciones de pobreza o en la calle-, de ser escuchados, y se constituyo entonces en un medio de expresión: la revista “La Búsqueda”. Cuyo nombre, contenido, fotografía, etc., era producto del trabajo de este grupo de jóvenes comunicadores, acompañados y orientados por un grupo de profesionales en diferentes áreas y de personas, que han aprendido que el tiempo se convierte en años de vida cuando uno lo dedica a los demás.
Pero esta idea fue tomando forma real gracias a los pequeños comerciantes vecinos que creyeron en estos jóvenes y les permitieron a  través de los espacios de publicidad en su revista llegar a solventar los gastos que esta inversión editorial requería.
Seguimos adelante con las publicaciones, pero éstas poco a poco se fueron convirtiendo también en una salida laboral para muchos jóvenes que tal vez no participaban directamente en la redacción de la revista, y preferían vincularse de otra forma al proyecto (porque somos todos diferentes y con diferentes gustos y habilidades). Fuimos creciendo, obtuvimos reconocimientos, ganamos premios, muchos premios, hasta premios internacionales -entre los que contamos el otorgado a Jonatan, a el periodista más joven-; y nos constituimos en una ONG para también existir para los gobiernos, porque al parecer podíamos expresarnos, pero para ser escuchados necesitábamos tener una personería jurídica. Los jóvenes también fueron creciendo, formándose y acompañando a otros jóvenes que  se incorporaban.
Pero encontramos también, en el camino de la búsqueda, gente que no entendía el sentido del proyecto, el esfuerzo, el sacrificio de estos jóvenes, y no se conformaban con no comprarles la revista, sino que en muchos casos agredían a los jóvenes que estaban haciéndose un lugar más digno, en esta sociedad que empobrece y deshumaniza.
Ahora ¿Qué diferencia hay entre esta gente, aquellos primeros vecinos que apoyaron sin dudar esta iniciativa de un grupo de jóvenes “conflictivos” para la policía, y para esa otra  inmensa mayoría de la sociedad?
El conocimiento. Conocerlos, saber quiénes eran, conocer sus caras, sus historias. Ver que eran iguales a sus hijos, a sus nietos; que lo único diferente era que no se les daban oportunidades, y que a pesar de ello fueron capaces de crearse una oportunidad y darnos al resto de la sociedad la posibilidad de conocerlos. De aprender de ellos, de su fuerza de voluntad, de su remar contra toda posibilidad de supervivencia, de ser considerados socialmente.
Ahora corremos el riesgo de ser desconocidos de nuevo, porque no se apoyan proyectos como estos, que enseñan a  pensar, a tomar la palabra, a democratizar, a creer que otro mundo es posible,  a romper la lógica estigmatizante de un sistema perverso que roba el futuro de muchos jóvenes y que, reduciéndolos a un círculo de pobreza, los cataloga como delincuentes.
Es por esto que en este camino, y por no contar con un lugar propio, hemos tenido que cambiar en varias ocasiones de lugar de funcionamiento. Hoy nuevamente dejamos de estar en barrio San Lorenzo. Tal vez, como dice unos de los integrantes de La Búsqueda: “nuestro destino sea estar en la calle”. Esta es la reflexión de un joven que hace 9 años vivía en la calle (como muchos niños) y es hoy padre de familia. Para quienes lo conocemos y apoyamos, para quienes acompañamos su crecimiento… estas palabras cobran una trascendencia conmovedora.  No podemos permitir que niños y jóvenes se conformen con vivir en condiciones denigrantes porque esto les tocó en suerte. Como si no hubiera responsables de su situación. Seguiremos luchado en la calle porque no nos resignamos a la injusticia.
Así también, aunque este proyecto es auto-gestionado, es innegable que se necesita no sólo el reconocimiento sino también el apoyo para seguir en esta búsqueda, que nos permita conocernos, favorecer el encuentro con los otros, con otras realidades, otras luchas; que son las nuestras, que pasan en nuestra ciudad, en el barrio vecino o a la vuelta de nuestra casa;  que desconocemos, porque los prejuicios, los miedos  construidos, etc., nos alejan de los otros. Pero como hemos demostrado desde el principio ese encuentro con el otro, la confianza, el brindar oportunidades, y el  conocimiento de otras realidades, es fundamental para poder construir  tramas sociales de solidaridad que nos lleven a encontrar alternativas de salida de la pobreza, de la violencia, de la delincuencia, a emprender La Búsqueda para  cambiar la realidad hacia una más inclusiva y democrática, que crea en las personas y nos brinde oportunidades.