Auschwitz



Por Daniel Silber

Todos los años, casi como un ritual, pero despojándolo de lo rutinario, desde el ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina) recordamos que un 27 de enero de 1945, el mas extenso campo de exterminio creado por nazismo –de Auschwitz estamos hablando, que funcionaba desde 1940- fue liberado por las tropas soviéticas del Ejército Rojo.

Y lo hacemos con un doble sentido.

Uno de ellos es no olvidar las atrocidades cometidas por el fascismo para que NUNCA MAS se repitan. El traer a la memoria estos acontecimientos y de hacerlos presentes tiene por finalidad desterrar cualquier manifestación de nazifascismo (directa o enmascarada) presente y futura, y sumar nuestro esfuerzo a la construcción de una sociedad de paz, igualdad, democracia y convivencia entre todos los seres humanos, independientemente de cualquier condición.

El otro objetivo es luchar contra esa corriente repulsiva que se denomina “negacionismo”. El negacionismo del genocidio del pueblo judío (y de otros: armenios, pueblos originarios de América, Asia, Oceanía y África) y de las persecuciones sufridas  -sean quienes fueran sus ideólogos- tiene por objeto desvirtuar la historia, justificando así cualquier acción basada en el racismo o la discriminación. El negacionismo implica trivializar, justificar o aprobar esos bestiales crímenes perpetrados contra el género humano.

Por eso, cuando los fundamentalistas de distinta calaña -religiosos, políticos, ideológicos, estatales- baten los tambores de guerra, alertamos sobre el terrible peligro que conlleva, al tiempo que proseguimos trabajando para la paz y el encuentro fraterno entre personas, pueblos, culturas, naciones, estados.

En la puerta de entrada a uno de los diversos campos que componían el complejo Auschwitz  se puede leer el lema en alemán Arbeit macht frei (el trabajo hace libre), donde se puede leer que la letra "b" de "Arbeit" está puesta al revés. Esto es una muestra de protesta, de rebeldía hecha por la persona que fabricó dicho cartel, uno de los tantos prisioneros, con el que eran recibidos los deportados por las fuerzas SS que custodiaban el centro durante el periodo de funcionamiento.


Auschwitz
León Felipe


A todos los judíos del mundo,
mis amigos, mis hermanos
Estos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud
que hablen más bajo...
que toquen más bajo...
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo.
¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, «gran cicerone»)
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación,
Acuérdate que en tu «Infierno»
no hay un niño siquiera...
Y ese que ves ahí...
está solo
¡Solo! Sin cicerone...
esperando que se abran las puertas de un infierno que tú, ¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos los violines del mundo.
¿Me habéis entendido poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo! ¡Chist!
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista...
y he tocado en el infierno muchas veces...
Pero ahora, aquí...
rompo mi violín... y me callo.

Este es un poema, de esos cuyas palabras te abofetean y se te quedan grabadas en el rostro hasta el punto de cambiarte el gesto. León Felipe lo creó en el contexto de agitación, pugna por la democracia y legítima rebeldía, nadando en aguas difíciles, sí, pero en una lucha conocida y que llena. Es duro pero no forzado, lo que lo convierte en magistral.
Probablemente sea León Felipe el fundador de la poesía española sobre el genocidio judío durante la 2ª Guerra Mundial, junto a Max Aub, Jorge Guillen y otros. Estos poemas fueron escritos en el exilio, allá por los años setenta.
León Felipe (1884-1968) poeta español. En 1919 publicó su primer libro de poesías, Versos y oraciones de caminante. Hacia 1922 viajó a México, donde trabajó como bibliotecario. Fue profesor de literatura española en la Universidad de Cornell (EEUU). Retornó a España al iniciarse la guerra civil y se convirtió en un militante republicano hasta 1938, año en el que se exilió definitivamente en México. Sus obras más destacadas son La insignia (1936), Pescador de caña (1938), El hacha (1939), Español del éxodo y del llanto (1939), Ganarás la luz (1943), España e Hispanidad (1947), Llamadme publicano (1950), El ciervo (1954), Oh este viejo y solo violín (1968).