Por: Alina Bonacci / Agustina Ordóñez, 13 años / Ángel Barrios, 12 años / Pablo Gorosito, 12 años / Alexander Ordóñez, 12 años
Ante
todo, gracias por tenernos en cuenta para esta entrevista. Mi nombre es Rodolfo
Di Terlizzi, y a mi familia la completan Sandra Istillarte, mi esposa, docente,
Matías (26), Antonella (24) y las mellis Brisa y Victoria (8).
-¿Cómo es un día cotidiano en su familia?
Comenzamos
cada día antes de las 7 porque las niñas asisten a la escuela en turno mañana,
y vivimos fuera de la ciudad, así que tenemos un buen rato de preparativos y
para llegar a tiempo. Almorzamos casi todos juntos, y alternamos mi trabajo,
vinculado a la construcción, con las actividades que todos tenemos. Nos
ayudamos, nos complementamos.
-¿Cuál era su tarea en Casa Cuna?
Comenzamos
en el año 2008 colaborando en mejoras edilicias, procurando donaciones de
alimentos, ropa, etc, y poco a poco nos fuimos involucrando involuntariamente.
Estar en el Hogar te hace sentir parte de sus realidades, los chicos la pasan
mal. Al tiempo ya éramos Familia Colaboradora, o sea que fuimos evaluados y ya
podíamos retirar niños durante los fines de semana, para albergarlos en nuestra
casa, y contenerlos hasta tanto fueran declarados en estado de adoptabilidad.
-¿Cómo, y cuándo surgió la idea de adoptar?
En
realidad nosotros como matrimonio nunca tuvimos la idea de adoptar, pues ya
felizmente teníamos dos hijos biológicos y estábamos muy bien. Pero durante
años colaboramos con el Hogar y comenzó una relación muy particular,
inesperada, con una de las mellis, que en ese momento tenía solo 3 añitos
recién cumplidos, y estaba institucionalizada al igual que sus dos hermanas
mayores. En ese momento tomamos la decisión de anotarnos como aspirantes a su
guarda, llevamos adelante cada paso procesal, nos anotamos en el Registro Único
de Adoptantes, presentamos absolutamente todo lo que se nos solicitó, en fin no
tuvimos fisuras al respecto.
-¿Nos podría contar cómo fue ese camino para adoptar a
las niñas?
Transcurrieron
casi 3 años, la relación seguía cada vez más fuerte, el amor mutuo era inmenso,
y ya conocíamos a su hermanita melliza. En determinado momento, durante un
desagradable proceso judicial, decidimos luchar porque estuvieran juntas, más
allá de que al principio era tremendo pensar que una de las niñas hacía un buen
tiempo ya vivía con una familia solidaria, a quien no le permitían adoptar pero
que la contenía de la mejor manera. En realidad el Estado y este sistema
perverso nunca procuraron que estuvieran juntas a partir de haber sido
institucionalizadas. Eso nos parecía terrible, un avasallamiento de sus derechos
imperdonable.
¿Por qué no llevaron adelante, desde un principio, los
dos trámites de adopción?
Precisamente,
porque nos parecía cruel generar otra ruptura. La subsecretaría de la niñez
relegó por completo este caso – como tantos otros – y el tiempo seguía pasando
sin resolverse. Pero luego, incluso con constante apoyo y asesoramiento
psicológico y profesional mediante, entendimos que el derecho más importante de
ellas era estar juntas, recuperar su tiempo perdido, y eso era lo primordial, y
fue por lo que luchamos, hicimos marchas, juntamos casi 25.000 firmas de apoyo
en poco más de una semana, sumamos apoyo institucional desde diferentes
instituciones, estamentos del Estado Nacional, organizaciones políticas y
sociales, la sociedad conoció nuestra historia y el apoyo fue arrollador, se
convirtió en nuestro puntal, jamás terminaremos de agradecer a cada uno de los
que a su manera colaboró para que hoy las mellis estén juntas, recuperando su
tiempo perdido, creciendo y madurando juntas, como siempre debió ser.
-Después de todo lo sucedido ¿cuál es su opinión acerca
de la Subsecretaría de Niñez y Casa
Cuna?
La
Subsecretaría de la Niñez de la Provincia es la que debería resolver cada uno
de los casos en los que los niños son retirados del seno de sus familias biológicas,
justificadamente, por abusos de diferentes características. Digo “debería ser”
porque lamentablemente tanto sus subsecretarios, como Directores y quipos
interdisciplinarios adolecen de la “gimnasia” institucional, profesional y
humana para hacerlo en tiempo y forma. Prácticamente en ningún caso respetan
los plazos que la ley indica para que sus situaciones judiciales sean
resueltas, permitiendo con ello que los niños pierdan sus mejores años, los de
su infancia, dentro del marco de una institución de tránsito, sin la contención
integral de una familia. Esa es la manera más perversa de avasallar a un niño,
contando con todas las herramientas, los elementos jurídicos, los equipos
profesionales (al menos con formación académica), presupuestos millonarios, y
sin embargo la triste realidad de los niños les pasa por un costado. Me
pregunto… quién es más abusador? El integrante de una familia que los haya
vulnerado? O el Estado, las instituciones, el sistema judicial, y la sociedad
que no levanta la mano para ser parte de un cambio radical en sus vidas? Es muy
triste. Esto habla de la mediocridad en la que naufragamos como sociedad.
Y Casa
Cuna ha sido lamentablemente durante décadas un espacio desaprovechado, ya que
potencialmente hubiera resuelto una falencia de tránsito para los niños, pero
ha sido lamentable, y lo sigue siendo, el desmanejo de la institución, por
parte de numerosas comisiones directivas que han permitido todo tipo de
situaciones desagradables para los niños, las cuales durante años hemos
denunciado incluso logrando que recientemente se pidiera la renuncia en pleno
de una CD. Y el hogar ha sido parte de esa lacerante intrascendencia en cuanto
a las gestiones para lograr procesos ágiles para los niños alojados, entre
tantas otras falencias. Siempre la prioridad pareciera ser lo administrativo, y
los niños quedan relegados sin que nadie los escuche, represente ni defienda.
-¿De qué se trata la Asociación Niños Invisibles?
Nuestro
caso fue el primero en el país que se resolvió favorablemente en el área de
familia, en una quinta instancia, tras dos años de reveses, mediante la
instrumentación de un recurso extraordinario por anticonstitucionalidad,
evaluado y ratificado por la Corte Suprema. Eso marcó un precedente muy
importante, contundente, para muchos casos similares del resto del país. Por
eso asumimos que debíamos continuar con una lucha que los niños merecen. Y el
modo que nos pareció más versátil, valedero y confiable, es el de
institucionalizar esa lucha a través de nuestra Asociación Niños Visibles, la
cual está en formación, con grandes planes para defender los derechos de los
niños. En breve haremos públicos los nombre de jerarquizados santafesinos que
desde diferentes ámbitos nos acompañarán en el seno de la Comisión Directiva, los
cuales nos honran y asumen también el compromiso, de modo de poder iniciar un
camino de acciones concretas a favor de los niños.
Para
finalizar, solo querría pedir a cada uno de los lectores que se sienta parte de
esta lucha, que interpreten que si no levantamos la mano para intentar
brindarles un escenario más propicio jamás vamos a superar esta dolorosa
realidad de que los niños institucionalizados son nuestras víctimas, y todos
somos responsables. Debemos exigir al Estado y al sistema judicial que trabajen
con mayor responsabilidad y compromiso para, sobre todas las cosas, acortar los
plazos de institucionalización, y que los niños puedan ser declarados en estado
de adoptabilidad dentro de un lapso de no más de seis meses, como indica la
nueva ley de adopción. No seamos parte de quebrar su futuro, de arrebatarles
los mejores años de su infancia, mirando a un costado.