Por Carlos del Frade. (Diputado Provincial del Frente Social y Popular de Santa Fe)
El Paraná tiene un recorrido de casi ochocientos kilómetros por la provincia de Santa Fe.
Sus pueblos, desde hace más de tres mil años, tienen en
sus aguas marrones el curso de sus historias sociales, políticas, económicas y
culturales.
Los primeros habitantes que llegaron a estos arrabales
del cosmos venían de lo más profundo del Amazonas en busca del aguyje, la
tierra sin mal de los guaraníes, el lugar donde se haría realidad del sueño
colectivo de la igualdad y la plenitud.
Por eso es fundamental hacer algunos ejercicios de descolonización mental para pensar el futuro del Paraná y sus riquezas.
Hidrovía SA es el nombre de la empresa que explota el
servicio de dragado, balizamiento y peaje del río desde 1995, cuando se unieron
la dragadora belga Jan de Nul, una de las cinco más importantes del mundo y la
argentina Emepa. Se hicieron cargo de un servicio que hasta entonces prestaba
el estado y que luego se convirtió en un negocio que llega a facturar 300
millones de dólares anuales.
El 30 de abril de 2021 terminó esa concesión y ahora existe una prórroga de noventa días para ver qué sucede con esas tres operaciones sobre el río.
Pero el tema es quién tiene la propiedad sobre el Paraná
y sus riquezas.
Se lo llama hidrovía pero esa palabra, en realidad, es el
nombre de la empresa que explota estos negocios. Miramos la realidad según el
particular prisma de los intereses que lucran con ella. Hay que abrir los ojos,
entonces. Primer ejercicio de descolonización mental: el tema es la propiedad
del Paraná y sus riquezas.
Segundo ejercicio, la propiedad del Paraná y sus riquezas no son las multinacionales que tienen a su cargo las concesiones sobre las barrancas en los 38 puertos que pueblan el litoral santafesino.
La propiedad de las barrancas, de los muelles, los
puertos y del propio río lo tiene la representación legal del pueblo, el estado
nacional.
Por lo tanto es inadmisible que los verdaderos custodios
del Paraná y sus riquezas se queden con menos del 51 por ciento de lo que sale
por sus aguas.
El ejemplo más claro es la mismísima provincia de Santa
Fe.
Durante el primer año de la pandemia, en 2020, desde las cinco aduanas que tiene el territorio santafesino, se exportaron 22 mil millones de dólares.
No quedó un peso para el estado santafesino.
Consecuencia de la reforma constitucional que se hizo el
12 de septiembre de 1866 en el edificio del viejo cabildo santafesino, hoy la denominada
“Casa Gris”, que en plena guerra de exterminio contra el pueblo soberano del
Paraguay, se decidió que las provincias jamás cobrarían ingresos brutos por las
exportaciones que surgieran de sus territorios. Desde entonces hasta el
presente, el federalismo en la Argentina es una gran ficción. Puro jarabe de
pico.
Pero hay consecuencias claras, dolorosas, obscenas.
Mientras que durante 2020 se exportaron bienes por 22 mil
millones de dólares desde Santa Fe y no quedaba un solo peso, un año después, el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censo informó que hay en el Gran Santa Fe,
212 mil personas por debajo de la línea de la pobreza y 506 mil personas
empobrecidas en el Gran Rosario.
Secuencia contundente: las riquezas se extranjerizan y se
multiplica la pobreza en las provincias en particular y en la Argentina, en
general.
Pésimo negocio.
Hay que terminar con este saqueo institucionalizado.
Basta de estado bobo y cómplice.
Necesitamos un estado inteligente y transparente.
Proponemos siete puntos sobre el Paraná y sus riquezas.
1. Decisión política para recuperar el río y sus riquezas.
2. Control sobre lo que entra y sale por sus puertos.
3. Planificación de exportaciones e importaciones.
4. Desarrollo de la industria ferronaval para impulsar la
construcción de puestos de trabajo en las distintas provincias fluviales.
5. Protección de la biodiversidad y la naturaleza, dejar de
lado el modelo extractivista.
6. Presencia activa de la nación y las provincias en el
comercio exterior de granos para recuperar soberanía económica y ambiental.
7. Dejar de ser una semicolonia. Hoy la Argentina tiene
bandera, himno, elige sus gobernantes pero sus riquezas están en manos
extranjeras.
Queremos un Paraná sano, productivo y nuestro.
Darse cuenta que aquella privatización estaba enmarcada en
el denominado Consenso de Washington que impuso los intereses de las
multinacionales para quedarse con las empresas del estado en los distintos
países del continente, empresas paridas y cuidadas por varias generaciones.
Colonización del estado al servicio de intereses particulares.
Ahora hay otro plan continental que quiere aplicar el Banco Mundial desde al año 2000, IRSA, Iniciativas de inversiones regionales para Sudamérica. Una serie de recomendaciones para quedarse con los bienes comunes que van desde el acuífero guaraní, el mayor yacimiento de aguas subterráneas del mundo, por un lado y la biodiversidad de las plantas, de la flora del Amazonas, vital para las multinacionales de los medicamentos, tan perversamente presentes en la concentración de vacunas en los países más poderosos en plena pandemia.
Esos contextos nos devuelve la necesidad de comprender que los gobiernos y los estados de los pueblos hermanos no pueden ser los adversarios, si no los necesarios compañeros de rutas de las grandes mayorías argentinas.
Por eso decimos que es la gran ocasión para discutir tres
temas fundamentales: recuperación de los ríos interiores, del Mar Argentino y
el sueño colectivo inconcluso de la integración latinoamericana, el deseo de la
Patria Grande.
Y algo más: conciencia nacional.
Pensar nuestro lugar en el mundo desde adentro, llevar el
país adentro, ser paisano, el país adentro.
Saber que no puede defenderse aquello que no se ama. Y no
se ama lo que no se conoce.
Recuperar la soberanía del Paraná para recuperar
soberanía económica y ambiental.
Para construir, definitivamente, la tierra sin mal.