Mujeres que Arden como Hogueras

Por: Griselda Tessio*


Hace algunos años empezaron a arder hogueras en las noches de la Argentina. 
Ardían ante las miradas atónitas, indignadas, impotentes y hasta, a veces, indiferentes de los que miraban sin ver o de los que sólo veían sin mirar.
Eran las mujeres que ardían encendidas por sus hombres: ésos que son fuertes, violentos, poderosos y casi siempre impunes.
Era una forma macabra de exhibición de poder. De reivindicación de la propiedad de sus mujeres y del cuerpo de sus mujeres, de advertencia y mensaje para las que aún pensaban en rebelarse.
A principios de los años 90 los feminicidios de Ciudad Juárez inauguraron lo que dio en llamarse una “estética de la violencia” acompañado de una “pedagogía de la violencia”.

Puede asegurarse que hay un aspecto de imitación social de sello cultural, de naturalización de la misoginia y las agresiones a las mujeres.
En Argentina, desde la muerte de Wanda Taddei a la fecha son muchas las mujeres que han muerto o han quedado mutiladas por el fuego, ese fuego que aparece como elemento purificador de los pecados femeninos y que se esgrime como uno de los medios más crueles de marca imborrable, hasta que todo rastro de humanidad desaparece en la carne quemada. Luego, aparecieron otras formas crueles de perseguir, torturar y asesinar a mujeres por hombres que dicen que ellas les pertenecen “hasta la última sangre”. Hoy, en el año 2022 seguimos gritando que nos queremos vivas, que ni una menos, pero los femicidios siguen sucediendo y muchos hombres siguen comportándose de manera brutal.
Históricamente, la muerte en la hoguera fue usada como castigo y ejemplo para herejes y brujas por la Inquisición.

No sabemos si el hombre incendiario es conciente de estas cuestiones simbólicas, pero sabemos de su convencimiento de que el mundo pertenece a los hombres.
¿En el acto ritual del quemador a quién está quemando? Tal vez a su propia pulsión de muerte, a su incapacidad de placer.
En la macabra historia de la Inquisición el fin de la hoguera además de la condena del pecado, era aterrorizar, por eso el espectáculo de los autos de fe debía ser público, ante el pueblo congregado en el lugar del suplicio.
La atrocidad tenía que ser mirada.
En 1486 Heinrich Kramer Institoris y Jacobus Sprenger, dos monjes dominicos alemanes, publican el Malleus Maleficarum (en latín: Martillo de las Brujas), al que una Bula del Papa Inocencio VIII le confiere autoridad pontificia.
La obra define el concepto de brujería, las artimañas del demonio y de quienes han caído en su poder, y la culpa de las mujeres, consustancial a su sexo, creando la visión popular de la bruja como criatura perversa, fea, huraña, generalmente de vida solitaria y sin varón que la proteja.

Esta obra y sus métodos didáctico-lógicos para la práctica de los interrogatorios y los tormentos con el fin de lograr la anhelada confesión, ha sido, junto con el Tribunal del Santo Oficio y las órdenes religiosas comprometidas en él, responsable de la muerte de decenas de millares de mujeres en la hoguera.
Debe advertirse que el propio título del libro contiene la palabra Malleficarum que es la forma femenina del sustantivo.
Pocas veces el mal de la brujería se encarnaba en los varones, porque, se pensaba que las mujeres eran más débiles y de menor intelecto, y eran corruptibles por naturaleza.
Es sintomático que aún hoy, en el habla vulgar, muchos hombres hagan referencia a sus mujeres como “la bruja que tengo en casa”.
El aumento de estos ataques en contra de las mujeres abre la necesidad urgente de un profundo debate jurídico-político en nuestro país. Lo estamos logrando, pero aún falta mucho.
Es necesario incorporar nuevos tipos penales autónomos en el Código Penal. Es importante contar con   registros y estadísticas de muerte y violencia que no poseemos, o sólo poseemos de manera muy fragmentaria.
Es necesario incorporar estas cuestiones a la currícula escolar en todos sus niveles.
Es necesario sacudir el conformismo de lo dado en hombres y mujeres y construir conciencia en la ciudadanía sobre los derechos de género.
Es necesario declarar la “Emergencia Nacional en Violencia contra Mujeres y Disidentes”, como se viene reclamando al gobierno Nacional.
Es necesario, por último, comenzar a apagar las hogueras que aún arden por las noches.


*Griselda Tessio, es una abogada, criminóloga, docente universitaria​ y política argentina, se desempeñó como Vicegobernadora de la Provincia de Santa Fe entre 2007 y 2011.