Ni Olvido Ni Perdón

Por: Raúl Emilio Acosta | Diario El Litoral


La cultura es la suma de acciones del hombre con su pasado, su presente, el ambiente total que lo rodea y sobre el que actúa, es un hecho que suma a otros y así, momento tras momento, contribuye a un total que no se detiene. La cultura es lo que se hace, cuanto queda y lo que se olvida y deshecha de los actos, los factos del hombre, aparente olvido ya que a la suma todo contribuye.
No tiene que pedir perdón, es una palabra que no está en la carretera por donde va la vida. El olvido es algo fuera de la decisión personal e inclusive de las decisiones colectivas. Algunos creen que manejan el olvido y el perdón. El tiempo demuestra que no es así. La cultura no acepta las mayúsculas, es un canto rodado que sigue y sigue.
Sobre fines de enero de 1969 en una terraza, con un músico negro acompañando, ese loco genial de Billy Preston, los Beatles tocaban y se filmó para algo posterior, para la posteridad.
Sobre fines de enero de 1926 nace Roberto Goyeneche, el colectivero cantor. Quien sabía, en cada caso, el destino de aquella grabación y de aquel muchacho.
Ah... sobre 1926 Discépolo, Cátulo junto a su padre José González Castillo, Roberto Arlt, Fray Mocho, Álvaro Yunque, Borges, Güiraldes escribían sus cosas. Quien podía manejar el futuro y sin embargo allí estaba.
Todo es parte de un pasado completo que actúa sobre cada día y que se suma y se suma, más allá de los mandatarios, los funcionarios y las pasiones.
En este verano 2023/2024, como otros años, he sido invitado (y acepté de muy buena gana) a incorporarme al Jurado de los Premios Estrella de Mar. Un invento promocional del Licenciado Luis Martínez Tecco (Lucho) para que se conociese Mar del Plata. Lo conocí en aquellos años. Sabía qué hacer.
En este año hay más de 300 obras anotadas en diversas categorías que van desde Música Electrónica a Micro Teatro. Algo lleva a que el fenómeno suceda. Tantas y tantas.
En Carlos Paz, Córdoba, con una reglamentación diferente, el premio promocional “Carlos” tiene el mismo argumento: defender, promocionar el turismo marcando, remarcando, destacando los hechos culturales de la región turística donde se producen.
Anotarse para participar es un mandato cultural, pero es la parte visible de un acontecimiento más grande. Libreto, escenario, decisión, anterioridad... porque es necesario tener el espectáculo listo sobre diciembre.
Acontece. Hay un impulso que trasciende a la respiración y la comida. Todo para lo que se dijo: mandato cultural.
Hay fenómenos que sólo se entienden -en parte- si se acepta que el hombre tiene ese mandato de trascender, de pasar por sobre su biología e incorporar, en la medida que sea, un mensaje, una palabra, algo que no se puede definir ni acotar.
Un actor, un renombrado actor que en su día libre hace un trabajo de los denominados “unipersonal” (es otro rubro de la competencia) solo para ponerse en un personaje demoledor por lo que exige. Lo puedo explicar citando un texto. “Porque en un barrio dan Potemkin y hay que verla aunque se caiga el mundo” dice Cortázar en la carta de La Maga a Rocamadour. Cortázar no lo aclara, lo describe, la cultura no tiene explicación ni principio ni final.
Aconsejo leer, despacio y más que despacio, el poema de Chico Buarque (“Oh, que será”) donde intenta definir el amor y define la libertad y, al cabo, la actitud de” El hombre y su circunstancia”.
Entender eso que sucede es difícil, conviene aceptarlo, el hombre va al combate: Ni olvido ni perdón.Se han incorporado, en esta temporada, cuestiones que no estaban planificadas así pero que, como corresponde: suceden. Ejemplo culminante: Fátima /Milei. Una “capocómica” y un presidente enamorados. Se suma al tesoro cultural y tiene su partida y contrapartida. Nada es igual después de un hecho así de trascendente. Con final abierto, claro está. La definición económica de una entrada al teatro, al más comercial, con un límite fijado ante de la reciente disparada inflacionaria, que dejó al Teatro Comercial más cerca de la economía del turista, es una definición que influye sobre todo el paquete cultural. Ciudad y Región Turística no tan llena ni tan gastadora, pero más tickets vendidos según las “ticketeras” oficiales.
El transformismo, que por fin es rubro y premios en Carlos Paz, las relaciones cuasi Swinger en una obra comercial y exitosa, un varón y una mujer enamorados de un mismo enfermo internado y ese canto a las Drag Queen y a la amistad que se representa, como el canto al geriátrico que se ofertó cuatro días... el borrador humorístico entendiendo el Alzheimer como un hecho que sucedió y sucederá, son argumentos que van más allá del olvido en los presupuestos o el plumazo desde el gobierno nacional para sectores parasitarios y, a la vez, súper creativos, que de todo existe en los programas nacionales que adocenan la cultura, pero le dan espaldas económicas a los costos de una apuesta novedosa. Cosquín dio otro ejemplo. Carlos Guastavino es santafesino y el 50% de “Se equivocó la paloma” le pertenece pero no es una canción que represente a la provincia. “Alfonsina y el Mar” tiene mucho de Santa Fe (Normal de Coronda para ella y, obvio, Ariel Ramírez). Los que definen de qué modo se representa un territorio, una ciudad, una región no los usaron, eligieron otros y son circunstancias, apenas un pasaje de ida de un colectivo que viene de lejos y lleva a la eternidad; cualquiera se sube y está bien, nadie puede creerse dueño y es malo el yerro. Astor Piazzolla es la porteñidad del tango peleando en el mundo pero no se escapa de Mar del Plata. No se oye el mar en los tangos, se oye el smog, la soledad, el desarraigo pero la ciudad portuaria dice que lo quiere y alcanza. El convencimiento es un poderoso aliciente del amor y la supervivencia. Un musical que viene de Noruega, varios que son de yankilandia están en la cartelera de los dos grandes centros turísticos de Argentina. Las sierras cordobesas y el mar bonaerense. No le quita, le pone universalidad y lo esencial: música. Cómo pensar que “LA” Cultura es un ministerio o un plan, que debe existir, claro, pero que nunca abarcará un fenómeno que ya estaba presente en las cuevas de Altamira. El hombre es lo que deja y eso es todo, no hay más. Es cuanto necesita saber un funcionario. Después no debe molestar en el caminito.
En esta temporada 2023/24 advierto, más que en otras, que la verdadera barrera a la liviandad de una aplicación y 9 millones de mensajes, es la cercanía que oferta el teatro y el recital, esto es: la presencia. El acto es el fenómeno que no se ha muerto, que pide ampliarse. Está claro que La Peste alteró los modos de comunicación, como más claro resulta que el deseo del encuentro está firme y por allí debe verse el caminito que no se pierde. Saliendo de Playa Grande hacia allá está la base de la marina y en sus alambrados las fotos de los marinos muertos en el submarino. Esos carteles son “cultura” en un hecho que la memoria mantiene así. Contra el viento. Tocaba en mitad de un salón vidriado y con mármoles, muy alto y con una espantosa acústica un violinista, el técnico de sondo peleaba fuerte contra los rebotes y el violinista hacia lo suyo. De ojotas y con la canasta del mate una señora, sentada a mi lado escuchaba y dijo:” ese violinista es un violinista de la puta madre”... Hasta el idioma dice otra cosa con el milagro cultural detrás. Al terminar la actuación de una performance individual sobre la vida de un muchacho con capacidades diferentes, el pasaje de una vida, un monólogo fortísimo que dejó a todo el mundo durito en su silla, el actor sonreía sudado, extenuado, feliz. A mi lado una pareja preguntaba “¿Cuándo lo hace de nuevo?” Averiguación periodística: el violinista de la sinfónica, el galán de éxito que, en su día libre, hacía esa performance tenían dos cosas en común: el amor al arte y la tranquilidad que perdían dinero haciendo ese trabajo en sus vidas, vidas llenas de tareas para ganarse el sustento y allí está el eje que lleva al hombre hacia el mañana: debían hacerlo para sí, es por ellos mismos que lo hacían, para encontrar el porqué de vivir. Se vive para evitar el perdón y vencer al olvido. Eso es cultura, con o sin presupuesto, con o sin funcionarios circunstanciales que entiendan que es así, es como siempre ha sido el hecho cultural, el hecho cultural es el que contesta cada día, cada época, cada historia. Sin perdón. Sin olvido.