Por: Oscar Ranzani
El artista conoció a Daniel López en la presentación de su anterior documental, Down para arriba. El propio "Danielito" le pidió que hiciera una película sobre él, una persona que a pesar de su condición -tiene Síndrome de Down- logró estudiar en la universidad, ejercer un trabajo administrativo y tener una fundación. El resultado del encuentro fue la realización de una película fuertemente promotora de la inclusión. Con respecto a la política que lleva adelante el gobierno en materia de discapacidad, Garzón es tajante y apunta sobre Javier Milei: "ya se sabía lo que es él. Es violento, cruel, inhumano, solo le importan los diez millonarios que son amigos de él y nada más".
Un año antes de la pandemia, el actor Gustavo Garzón estrenó el documental Down para arriba, que muestra la vida de la escuela de teatro de Juan Laso, en el barrio de Palermo, donde el grupo “Sin drama de Down” funciona desde el año 2008 y está integrado en su totalidad por personas con síndrome de Down de edades que oscilan entre los veinticinco y cincuenta años. Cuando Garzón viajó a San Juan a presentar el film, todo el mundo le hablaba de "Danielito" López. Pero, ¿quién era ese personaje tan famoso en la tierra del vino? Danielito nació el 16 de febrero de 1969 y tiene 56 años. Fue uno de los primeros jóvenes con síndrome de Down de la provincia en lograr terminar el secundario. Mientras estudiaba, comenzó a trabajar en la verdulería de su familia y en la época de Alfonsín tuvo que salir a las calles a vender estampitas para ayudar a la economía familiar. Después, fue a la Universidad Nacional de San Juan, y cursa Ciencias Políticas. Hace casi tres décadas que vive en Chimbas. A partir de ahí comenzó a vender sus tradicionales pochoclos. En 2005, pudo convertirse en micro emprendedor con la fábrica de pochoclos Danielito. En 2018 fue nombrado Planta Permanente del municipio de Chimbas y actualmente se desempeña como administrativo en el Área de Discapacidad del municipio.
Garzón conoció a Danielito en el cine donde iba a presentar Down para arriba. Allí fue el propio oriundo de San Juan quien le pidió si hacía una película sobre él. Garzón dudó, pero después aceptó. El resultado es Danielito, un film fuertemente promotor de la inclusión, que se estrena este jueves a las 18.30 en el cine Gaumont. "Todo el mundo me decía: 'Tenés que conocer a Danielito, tenés que conocer a Danielito'. ¡Pero todos, hasta las piedras lo conocían!", recuerda graciosamente ahora Garzón. "El habló con esa elocuencia. Y yo dije: 'Pero qué maravilla una persona con síndrome de Down que hable así'. Y él ahí me pidió hacer una película de su vida", agrega. "Me quedé pensando en esto de que yo no lo veía con el síndrome de Down. Conozco muchas personas con síndrome de Down y bueno, es confuso, está en límite", explica Garzón.
-Generalmente, cuando alguien se destaca en la sociedad de una manera noble, se suele decir que es un modelo a seguir. ¿Crees que ese es el caso de Danielito?
-Es que no todos pueden ser como Danielito. Danielito es porque puede ser eso, pero no es que todas las personas con discapacidad pueden llevar adelante esa tarea. Hay personas que tienen muchas más limitaciones que él. Qué se yo si es un ejemplo. No sé, él es un batallador y está muy bien lo que hace, pero yo creo que lo que tiene de ejemplo a seguir tal vez para todo el mundo es que uno es responsable de lo que puede hacer con su vida y no hace. No es responsable de lo que no puede hacer con su vida vida y con sus posibilidades. El se hace responsable de lo que puede y lo lleva al extremo y, en ese sentido, sí es un ejemplo. Todos deberíamos potenciar todo lo que podemos y somos capaces de hacer, y tratar de hacerlo. No de lo que no somos capaces de hacer. En ese sentido, sí, es un ejemplo, pero no como persona con discapacidad, como persona, olvidándonos de su discapacidad. Para cualquiera eso sirve. La sociedad debe dar respuesta a todos los casos: al que puede y al que no puede y encontrarle un lugar al que puede y también encontrarle un lugar al que no puede, que a veces eso es lo que falta. O estos casos intermedios: lo convencional le queda grande, pero lo de discapacidad le queda chico. Entonces, está en una zona por la que le costaba tanto encontrar colegio. Ahí es donde falla un poco el sistema que no ofrece muchas alternativas para aquellos que están en esa situación medio límite, como casos de Asperger, que no encuentran su lugar. Hay características mentales que la sociedad no les crea el ámbito donde poder desarrollarse, donde poder aprender, donde poder sociabilizar y son los casos más complicados. Yo tuve un diagnóstico de entrada porque me dijeron: "Tus hijos tienen síndrome Down", a la media hora que nacieron. Bueno, yo fui por un camino y ese camino me hizo las cosas más fáciles, porque yo sabía por dónde caminar. El tema es el que no sabe por dónde caminar. Como, por ejemplo, Danielito, que no tuvo un diagnóstico, que no lo aceptaban en la escuela común, pero tampoco lo aceptaban en la escuela de discapacidad porque no tenía el certificado. Bueno, la mente humana es un misterio. Y la sociedad debiera hacerse cargo de ese misterio también y de todo tipo de casos de problemas mentales. La sociedad y la política.
-¿Qué te sucede cuando ves lo que el gobierno hace en la Agencia Nacional de Discapacidad y emite documentos públicos con términos discriminatorios como "idiota", "retardado" e "imbécil"?
-A mí no me importa tanto cómo se llama a las cosas. Lo que importa es qué se hace con las cosas. A mí si les quieren decir "idiota", "retardado", "imbécil" y son felices, no me llama la atención porque viene de quien lo dice; o sea, lo está diciendo un retardado e imbécil. Entonces, no me llama la atención que sea espejo, que él vea en los otros lo que es él. Pero eso es muy psicológico. Lo más importante no es eso, no es rasgarse las vestiduras por cómo se nombra a las cosas, porque ahora está muy así políticamente correcto "que no", que "si llamas a las cosas de cierta manera, sos buena persona, si las llamas de otra, sos mala". No. El tema es lo que se hace por la gente. El problema acá es el desfinanciamiento del área de discapacidad. Ese es el problema. El problema es que los profesionales que nuestros hijos necesitan para su evolución, para su contención, para su aprendizaje, para su compañía y para su crecimiento tienen congelados los ingresos desde hace un año. Entonces, está a punto de quebrar todo el sistema. Eso es lo grave. Que los llame como quiera distrae la atención. Pero nuestros hijos se van a quedar sin contención, sin centro de día, sin psicólogos, sin transportistas y nosotros, como padres, no podemos solos con ellos, necesitamos la ayuda del Estado, del Estado que este hombre denigra y que ataca y que achica indiscriminadamente. Eso es lo importante: que no nos desvíen la atención. Además, eso fue un comunicado, después se desdijeron, son pavadas, ¿viste? Como la gente que dice: "Ay, no le digas puto al puto, decile gay". Bueno, está bien. El tema es si yo lo respeto al homosexual o no, si yo lo acepto profundamente, lo respeto y lo quiero, más allá de cómo lo llamo. Como padre de discapacitados, digo, a veces: "Mis hijos discapacitados". Y me dicen: "No, no les digas discapacitados". ¿Ahora me van a decir cómo los tengo que llamar a mis hijos? "No, son personas con capacidades especiales". Bueno, ¿qué importancia tiene? Dale vos el amor que le doy yo, a ver si después te importa el nombre de las cosas o no. Me parece que, a veces, tenemos una lectura medio equivocada, medio tonta también con respecto a la denominación de las cosas, y no se le da importancia a cosas mucho más trascendentes. ¿Por qué no reacciona todo el mundo como reaccionó ante esto de "idiota", "imbécil" que dijo porque nos vamos a quedar sin cobertura, sin profesionales y nuestros hijos van a quedar a la deriva? Ahí tiene que reaccionar la sociedad.